2010/10/15

Los 33 del Chile

Via 2 dedos de conversa cheguei ao escrito mais bem conseguido sobre este tema, pelo meu bem conhecido Luís Sepúlveda
Comentários, que faço meus, do autor do referido blog.

Los 33


Chile es un país que crece en las tragedias. El poeta Fernando Alegría escribió: «cuando nos azota un temporal o nos sacude un terremoto, cuando Chile ya no puede estar seguro de sus mapas, digo enfurecido ¡viva Chile, mierda!». En el mes de agosto y todavía con la mitad del sur de país derribado por el terremoto del 27 de febrero, la voz de alarma llegó del norte, del desierto de Atacama, y supimos que 33 mineros habían quedado atrapados tras el derrumbe de una mina propiedad de una empresa que violaba todas las reglas de seguridad laboral. Treinta y tres hombres, uno de ellos boliviano, permanecieron atrapados a 700 metros de profundidad durante 69 días hasta que, y pese al show mediático montado por el Gobierno, empezaron a salir uno a uno de las profundidades de la tierra.
Mientras escribo estas líneas ya han salido ocho, y lo han hecho de pie, recibiendo el saludo efusivo de sus compañeros que los buscaron, encontraron y cavaron la dura roca hasta que, con el lenguaje parco de los mineros, les dijeron que los sacarían de ahí.
Cuando salió el primero, el presidente Piñera daba gracias a dios y a la nomenclatura en orden de importancia de cargos, pero olvidó agradecer a los mineros de Pensylvania que, por haber experimentado una tragedia similar, se solidarizaron con sus lejanos compañeros de Atacama y aportaron los conocimientos técnicos -cultura minera- y parte de la maquinaria que hizo posible el rescate. Tampoco mencionó a dos héroes silenciosos, dos internacionalistas del trabajo: James Stefanic y Matt Stafeard, los dos operadores que llegaron hasta los mineros atrapados y son los grandes responsables del rescate.
Mientras sacaban al segundo minero, que salía del calor y la humedad del encierro a 700 metros bajo tierra para enfrentarse a la sequedad y 10 grados bajo cero del desierto, el presidente Piñera no resistió la tentación de otra conferencia de prensa 'in situ' y en la que lo único destacable fue la vacilante declaración de intenciones para hacer algo por la seguridad laboral de los mineros. En su torpeza evidente, Piñera omite que ha sido justamente la derecha chilena la más feroz opositora a que se regule la seguridad laboral, indicando que los controles son sinónimo de burocracia y atentan contra la libertad de mercado.
En medio de su show cargado de gestos religiosos, Piñera omitió cualquier referencia a la triste situación de los otros doscientos y tantos mineros de la misma empresa, que trabajaban en la misma mina, que desde el mes de agosto no reciben sus salarios. Esta empresa se atrevió a declarar que incluso los 33 atrapados no cobrarían por todos los días bajo tierra, porque, sencillamente, no habían trabajado. Y la respuesta del Gobierno brilló por su ausencia.
La tragedia, esos 33 hombres sepultados, ha sido utilizada para marcar de invisibilidad al otro Chile, al país que no sale en televisión, por ejemplo, a los mapuche, cuya dramática huelga de hambre desapareció de la actualidad, ese sucedáneo del presente que se impone a la masa acrítica y dada al aplauso fácil que los modernos comunicadores llaman 'opinión pública'.
Desde luego que es emocionante verlos salir, uno a uno, y más emocionante es ver que esos 33 mineros, pese a los regalos prometidos, un viaje a España para ver un partido del Real Madrid, un viaje a Inglaterra para ver un partido del Manchester United, un iphone de última generación, un viaje a Grecia y hasta diez mil dólares a cada uno donados por un empresario chileno que aspira a ser presidente del país, pese a todo eso siguen siendo mineros y, por eso mismo, anunciaron la creación de una fundación que se preocupe de la situación de todos los trabajadores de la minería afectados por la irresponsabilidad de las empresas.
Sacarlos de ahí ha sido una proeza, pero una proeza de todos los que sudaron hasta conseguirlo y no de los encargados del show del rescate.
Y la mayor proeza será lograr que en Chile se respeten las normas de seguridad laboral para que nunca más 33 mineros desaparezcan en las entrañas de la tierra.

Quatro apontamentos no rescaldo da grande operação de salvamento dos mineiros chilenos:


- A excessiva presença de Sebastián Piñera raiou o pornográfico. Os desgraçados dos mineiros saíam das entranhas da terra após um horror de mais de dois meses, e uma das primeiras coisas que tinham de fazer era abraçar o presidente e dar um beijinho àquela loira que lá estava ao lado?!
(Num momento inicial de espera um jornalista na TV explicou que já estava tudo a postos, mas não podiam dar início enquanto o presidente não chegasse, porque ele queria dirigir a operação pessoalmente. Espero que não seja verdade.)
- No meio da euforia, parece que todos se esqueceram das circunstâncias em que o acidente ocorreu. Já foram tomadas medidas em relação à segurança das outras minas?
- Ao pensar neste momento chileno não consigo deixar de lembrar com tristeza a China, de onde nos chegam tantas vezes notícias de acidentes e dezenas de mortes em minas. Lá não há milagres.
- Parafraseando o Mario Sepúlveda: viva a aldeia global, mierda! A Alemanha forneceu uma das escavadoras especiais, bem como a cápsula Fenix (mas não digo para que fins foi esta inventada, para não sujar a escrita). A NASA contibuiu com o seu know-how ligado às experiências no espaço. E com certeza outros países e instituições terão colaborado nesta operação. Bem sei que isto é um lugar-comum, mas hoje apetece repetir: é bom ver que neste nosso mundo caótico é possível unir os esforços por uma boa causa. Vivam todos!
(Adenda: a cápsula Fénix foi construída no Chile, inspirada num modelo alemão de 1955, a Dahlbusch-Bombe)

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